Juego patológico

Con respecto al juego patológico, en general, a veces, asaltan muchas dudas. En la actualidad se habla mucho de él, del boom del juego online, de la problemática que acarrea en los jóvenes y no tan jóvenes, de la publicidad masiva y en muchos casos agresiva, etc.

Con esta pequeña lectura podemos aclarar, quizás una de las preguntas más recurrentes…

¿Por qué van a jugar una y otra vez, a pesar de las consecuencias? 

1.- Ilusión de control: Piensan que pueden controlar la suerte. Por eso hay muchos jugadores que desarrollan rituales, como por ejemplo:

Sentarse siempre en la misma mesa del bingo, llevar puesta la misma camisa que el día que consiguieron un premio extraordinario, seguir siempre la misma ruta para llegar hasta el local de juego, hacer determinados gestos para alejar/atraerla suerte, etc.  Son personas que creen que tienen suerte, que están dotadas de una cualidad especial imposible de definir y casi mágica, que ellas tienen y otras personas no. Este «don» de la suerte es el que les va a permitir desafiar las reglas del azar y ganar.

2.- Llega un momento en que necesitan jugar para no encontrarse mal. Es síntoma característico de las adicciones. De todas maneras se sienten mal, tanto si juegan como si no.

3.- Se generan pensamientos erróneos donde se minimizan las pérdidas y se maximizan las ganancias o el “casi gano”.

4.- Los juegos de azar están diseñados para generar necesidad de volver a jugar.

Según los principios de Friedman, los espacios de juego han de ser una especie de laberintos formados por pasillos repletos de equipamientos de juego, que se suceden y convergen. Se elimina toda artificiosidad decorativa que no tenga que ver con el propio juego de azar. La intensidad de las luces y su ubicación generan cierta sensación de privacidad y retiro. Además de no provocar fatiga. Igualmente nunca suele haber luz natural para tener control de estos aspectos pero también para evitar que se tome perspectiva del tiempo que se lleva en el casino [tampoco habría relojes]. El volumen del hilo musical y la música en sí misma son las óptimas también para no romper la sensación de inmersión y desorientación que se pretende producir.

A todo ello añadimos el potente factor adictivo que significa el refuerzo por razón variable del juego, es decir, saber que hay premio pero no saber cuándo aparecerá; ello provoca la “necesidad” de seguir jugando, máxime cuando en alguna de estas ocasiones aparece premio.

En cuanto a la estructura de los juegos online, habría muchos factores influyentes que introducir, actualmente hay máquinas que ya están diseñadas para adaptarse dinámicamente a las preferencias de los usuarios. A lo largo de una sesión de juego, los algoritmos de la máquina aprenden de las acciones de los/las jugadores/as y se van ajustando paulatinamente para potenciar el flujo continuo de apuesta, incertidumbre de resultado  y resultado. Si se apuesta en máquinas en donde es posible identificarse a través de un código de usuario (tal y como ocurre en los juegos de azar de casinos virtuales), la adaptación del ritmo adecuado se puede hacer desde el inicio de la sesión de juego, al tener almacenado todo el historial del jugador/a.

Así mismo, por ejemplo, permitir que se apueste en vivo a muy diversos eventos en las apuestas deportivas online aumenta la velocidad y la frecuencia con la que se puede apostar, favoreciendo que se apueste más.

El Juego Patológico es una adicción, que tiene tratamiento y se puede actuar frente a él. El comienzo del juego ya es una actividad de riesgo en sí. ¿Hablaríamos pues de Juego responsable? ¿Hablamos de consumo responsable cuando un@ sólo se esnifa una raya? La cuestión estribaría en la normalización que la sociedad en la que vivimos hace con respecto a algunas conductas (el juego por ejemplo) frente a otras (determinadas sustancias).

 

 

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